Pero también me he basado mucho en aquel número especial, de septiembre de 1992, de los Annals of the Association of American Geographers, que editó Karl Butzer; en los ensayos de The Great New Wilderness Debate, editados por J. Baird Callicott y Michael P. Nelson; en el recio libro de fuentes de Michael Coe titulado The Maya; en Cahokia Atlas, de Melvin Fowler; en Ecological Indian, de Shepard Kretch; en las asombrosas Chronicles of the Maya Kings and Queens, de Simon Martin y Nikolai Grube; por ultimo, en dos libros sobre la terra preta (y muchas más cosas), Amazonian Dark Earths: Explorations in Space and Time, editado por Bruno Glaser y William Woods, y en Amazonian Dark Earths: Origin, Properties, Management, editado por Johannes Lehmann et al. La rebelión zapatista que ha convulsionado el sur de México en la década de 1990 ha sido tan solo la batalla más reciente de una guerra colonial episódica que comenzó en el siglo XVI. Al margen de conseguir para estas comunidades cuidados sanitarios adecuados, cosa que casi nunca tienen». Puso cara de desconcierto. Casi con toda certeza, entre ellos se hallaba el sachem, al que seguramente acompañaban sus pniese, entre ellos Tisquantum. Geología La mitad de los 102 pasajeros del Mayflower estaban vivos al final del primer invierno, cosa que a mí me resultaba asombrosa. Campbell, L. y T. Kaufman (1976), «A Linguistic Look at the Olmecs», AmAnt 41: 80-89. (2001), A History of the African-Olmecs: Black Civilizations of America from Prehistoric Times to the Present Era, Bloomington (Ind. Cauteloso, Balée calculó en un artículo que se ha citado muy a menudo, publicado en 1989, que al menos el 11, 8 por ciento, una octava parte de la jungla amazónica no inundada por las crecidas del río, era «antropogénico», es decir, directa o indirectamente creado por el ser humano. A falta de datos escritos, los investigadores han desarrollado técnicas para cribar elementos de juicio acerca del pasado. Como la existencia del Tahuantinsuyu se dilató por espacio de pocos siglos, se suele dar por sentado que el quipú de los incas se basa en otras formas anteriores de escritura, que se habían desarrollado en la región. Delivered by http://www.e-unwto.org martes, 01 de febrero de 2011 22:22:45 Un millón de paleoindios, argumentaba Martin, podría fácilmente constituir una ola de cazadores irradiando a partir del extremo meridional del corredor libre de hielo y convirtiendo el continente en un matadero. Ambas pertenecen a la cultura Tlatilco, situada al norte de México D. F.; es posible que fueran realizadas en fecha tan temprana como el año 1000 a. C. En uno de los sellos aparecen tres glifos que, de acuerdo con algunos, se asemejan a la escritura olmeca. al inglés por S. Reynolds, 3 vols., Nueva York, Harper & Row (1979). Es posible que surjan pruebas en un sentido u otro si Moseley y Shady, como está previsto, regresan a Aspero. Sluyter, A. p. 333 Van der Donck: Shorto, 2004; Van der Donck, 1841 («todos libres por naturaleza», 207; «los bosques, las llanuras y las praderas», 150-151; «varios cientos de millas», 138). p. 241 el maíz, el cultivo más importante: la cosecha de maíz de 2001 fue de 609 millones de toneladas métricas, mientras que las de arroz y trigo fueron de 592 millones de y 582 millones de toneladas métricas, respectivamente. «En la actualidad existen pocas dudas —escribió en 1994 un arqueólogo de Yale, Michael Coe—, de que todas las civilizaciones posteriores de Mesoamérica, fuesen mexicanas o mayas, reposan en última instancia sobre los cimientos construidos por los olmecas». — (1992), «Agricultural Limitations of the Amazon in Theory and Practice», WA 24: 82-97. La meseta nunca se ha excavado como debiera, pero las observaciones de geógrafos como Woods y Joseph McCann, de la New School de la ciudad de Nueva York, indican que está repleta de restos de cerámica. 16. Para aprender a dominar el dolor, el futuro pniese tenía que someterse a pruebas muy duras, como correr con las piernas desprotegidas entre los espinos. p. 454 identificación de las unidades de información de los quipú: Urton, 2003: caps. Sin embargo, eso es exactamente lo que hicieron los indios. Así como el terremoto de Lisboa de 1755, que provocó la muerte a decenas de miles de personas en una de la ciudades más prósperas de Europa, extendió un agravado malestar espiritual por todo el continente, la epidemia de Nueva Inglaterra hizo añicos la idea que tenían los wampanoag de vivir en perfecto equilibrio con un mundo inteligible. Los indígenas de ambos continentes disponían de una tecnología que hoy se describe en los libros como algo absolutamente inferior. — (1940b), «Great Stone Faces of the Mexican Jungle», National Geographic (septiembre), 309-334. El yacimiento del que se habla aquí se llama Hatahara, por sus dueños. 2. p. 182 cerco de Jaffa: O’Connell, 1989: 171. p. 182 «¿Y cuál fue»: Churchill, 2003: 53. p. 183 «los españoles»: Klor de Alva, 1992: XX-XXI. No quiero derribar la casa de los sueños de nadie para acceder a un yacimiento arqueológico». McCaa, R., A. Nimios y T. Hampe-Martínez (2004), «Why Blame Smallpox? A partir del año 300 d. C., los artistas de Moche se ciñeron quizá a media docena de temas, pintando historias de figuras sobrenaturales sobre cerámica y murales con una técnica cada vez más naturalista. Con más precisión, los microorganismos no llevados por vectores evolucionan hacia una malignidad moderada. La ortodoxia de la teoría darwiniana predice que, con el paso del tiempo, los efectos de las enfermedades transmisibles tienden a moderarse: las más letales acaban con sus anfitriones a tal velocidad que no se pueden transmitir a otros. Sin embargo, aquello también situaba a Figgins, que tenía escasos conocimientos de arqueología, en el punto de mira de Aleš Hrdlička. En vista de las implicaciones de la caída maya, Ponting se pregunta: «¿Están mejor preparadas las sociedades contemporáneas para controlar la tendencia a explotar los recursos y ejercer cada vez mayor presión sobre el medio ambiente? Al poner de una manera legal semejantes cortapisas y restricciones a la autoridad, la liga se convirtió en la expresión más formal de una tradición. Ministerio de Fomento (España), ed. Por el contrario, las piaras de cerdos, uno de los puntales de la civilización europea, transmiten el ántrax, la brucelosis, la leptospirosis, la triquinosis y la tuberculosis. Mejía Xesspe, T. (1940), «Acueductos y Caminos Antiguos de la Hoya del Río Grande de Nazca», en Actas y Trabajos Científicos del XXVII Congreso (1939), Lima, Congreso Internacional de Americanistas, 1: 559-569 (1927). Zohary, D. (1972), «The Progenitors of Wheat and Barley in Relation to Domestication and Agricultural Dispersal in the Old World», en P. J. Ucko, R. Tringham y G. W. Dimbleby, eds., Man, Settlement, and Urbanism, Londres, Duckworth, 47-66. Whiteman había terminado los estudios de secundaria el verano anterior, y tenía previsto ganarse la vida como carpintero y — así esperaba— como artista. ¿Es posible que unos cuantos cerdos sembrasen la destrucción a semejante escala? p. 62 Shuffelton, 1976. ed. En los archivos arqueológicos, dijo, «podemos encontrar intensas sequías debidas a esas catástrofes. Ocupó su lugar, y tal vez es posible que propiciara su derrocamiento, un estado llamado Chimor, que llegó a controlar un imperio que se extendía por todo el centro de Perú hasta ser también asimilado por los incas. Como en Amazonia apenas hay piedra o metal, y como el clima es caluroso y húmedo, la madera y la tela se destruyen rápidamente, con lo cual los rastros materiales de antiguas sociedades resultan difíciles de encontrar. El Niño de 1998 fue un pequeño ejemplo: hubo sequías, incendios en la jungla y una reducción de recursos debido a que los árboles no florecen». Van der Donck, A. Pero en términos modernos nunca trataron de ponerse en su lugar, que es lo que aquí está en juego. Ochenta años antes de aquel paseo, un aldeano que atravesaba el mismo tramo de bosque se topó con una escultura enterrada que representaba una cabeza humana de 1, 80 metros de alto. — (2003), «Cracking the Khipu Code», Science 300: 1650-1651. (Los dos navíos se cruzaron en aguas del Atlántico). Los días del tzolk’in tenían su importancia en otras ocasiones de más peso. Una descripción cuando menos insuficiente. DIEZ MIL MONTÍCULOS Cualquiera que remontase el Misisipi en el año 1100 habría visto a lo lejos aquella estampa sobrecogedora, un montículo de tierra mayor que la gran pirámide de Guiza. Con posterioridad, los españoles montaron en cólera cuando los registros de los quipú entraban en contradicción con su versión de los acontecimientos, hasta el punto de que en 1583 ordenaron que todas las cuerdas con nudos que hubiera en Perú se quemaran, por ser objetos idólatras. Los árboles comienzan a producir fruta al cabo de entre tres y cinco años, y pueden seguir haciéndolo durante otros setenta. No ocurre lo mismo en el caso de los varones. La cabeza se encontraba en medio de una cincuentena de grandes montículos artificiales de tierra, las ruinas, concluyó Stirling con emoción, de un centro cívico maya desconocido hasta entonces. Lo mismo le sucedió a mi hijo, treinta años más tarde. p. 281 mixe-zoque: Campbell y Kaufman, 1976. p. 281 caucho olmeca: Hosier, Burkett, y Tarkanian 1999; Rodríguez y Ortiz 1994. p. 281 mal nombre: Bernal, 1969: 11-12. «Tendría usted que ver las caras de la gente de aquí [en la Amazonia] cuando les decimos que somos de Sao Paulo —me contó Edoardo Neves—. «Mesoamérica aún tiene mucho que enseñarnos», dijo Wilkes. Una apreciación puramente superficial sobre la compleja vida de Tisquantum resulta natural y comprensible en un manual de espacio reducido. Durante la década de 1930, el Organismo Estadounidense para la Conservación plantó millones de semilleros de kudzu para combatir la pérdida de suelo, uno de los grandes temores durante la era del dust bow[*]. Un equipo encabezado por Douglas C. Wallace, en la actualidad miembro de la Universidad de California, en Irvine, descubrió en 1990 que para el 96, 9 por cien de los indios americanos solo intervienen en total cuatro haplogrupos mitocondriales: una confirmación suplementaria de la homogeneidad genética de los indios, que al mismo tiempo carece de consecuencias —negativas o positivas— conocidas. Cuando sobrevolamos la región acababa de comenzar la estación seca, pero ya se veían largas rastrojeras en llamas. Despellejaban las extremidades como si llevaran calcetines, cubrían el resultado con arcilla blanca, pintaban el cadáver de forma que se asemejase al difunto y le colocaban en la cabeza una peluca hecha con su propio cabello. Debido a esta controversia, la mayoría de los investigadores, según comenta Brokaw, han preferido «hacer caso omiso estratégicamente» de los documentos italianos, al menos por el momento. Actualizado en Sidrys y Berger, 1979; Hamblin y Pitcher, 1980. Aunque Nabokov era descendiente de una familia rusa de noble ascendencia, siempre detestó el servilismo impuesto por razones de clase social, que estaba omnipresente en su tierra natal. pp. Según un meditabundo misionero, los wendat (hurones) de Ontario consideraban a los franceses, «poco o nada inteligentes por comparación consigo mismos». Había ido a visitar a Amado Ramírez Leyva, el empresario que estaba detrás de la tienda de tortillas. [Historia verde del mundo, trad. 1): 467-468. p. 110 «logró erradicar»: Vargas Llosa, 1992: 26. p. 110 Reubicación de la población: Cieza de León, 1959: 59-63; Cobo, 1979: 189-193; D’Altroy, 2002: 248-249; Rowe, 1946: 269-270. p. 111 Tamaño desproporcionado de la conquista: el contraste entre la minúscula fuerza militar española y la vastedad del imperio inca se señaló ya en 1534, en la primera narración de la conquista, Verdadera relación de la conquista del Perú, de Francisco de Xerez. Baxter, J. P. (1890), «Memoir», en Baxter, ed. Como Europa, era un lugar extraordinariamente diverso, con un fundamento cultural común. (Lo cierto es que en la granja de Abbott había muchos objetos procedentes del pasado: en la actualidad es un Monumento Histórico Nacional). En vez de ello, se concentró en fabricar una coartada para el valioso y necesario viaje de Orellana. Massasoit pastoreó a su pueblo en medio de esa oleada de asentamientos, y el pacto que firmó con Plymouth duró más de cincuenta años. Los gobiernos europeos y el Vaticano se resistieron al cero, a ese algo que representaba la pura nada, por considerarlo foráneo y en modo alguno cristiano. Ramírez Leyva me entregó un plato lleno de tlacoyos. «Ha habido muchos casos de localidades individuales que han sabido mantener a raya las epidemias», me contó Black. La verticalidad fue esencial en la supervivencia de las culturas andinas, aunque también las obligó a tener un tamaño bastante reducido. Hace un millar de años aquél era el único lugar, en mil kilómetros a la redonda, donde se podía vivir rodeado de un paisaje artificial. Mangelsdorf propuso por primera vez la teoría del antepasado silvestre extinguido en Mangelsdorf y Reeves, 1939. Para esta autora, los edificios monumentales presuponían una amplia población residente, pero, una vez más, las espinas de anchoa eran abundantes y escasos los indicios de que los lugareños cultivasen nada que no fuese algodón. Afectado, Tododaho accedió a que los onondaga se sumasen a la alianza incipiente todavía, si bien introdujo un duro elemento en la negociación, exigiendo que la principal población de los onondaga, hoy enterrada bajo la actual ciudad de Syracuse, estado de Nueva York, pasara a ser cuartel general de la confederación. (Churchill, 2003: 44). (1991), «Extensive Mitochondrial Diversity Within a Single Amerindian Tribe», PNAS 88: 8720-8724. Shady Solis, R., J. Haas y W. Creamer (2001), «Dating Caral, a Preceramic Site in the Supe Valley on the Central Coast of Peru», Science 292: 723-726. Con un equipo de científicos brasileños, Meggers estudió gran parte del río y sus afluentes en las décadas de 1970 y 1980, y llegó a la conclusión de que tenía poca importancia arqueológica: una prueba más de la imposibilidad de evitar los constreñimientos medioambientales. Los Billington eran una de las pocas familias que sobrevivieron íntegras al primer invierno, lo cual da a entender que John era sin duda un magnífico tirador. Como fuentes históricas, los relatos coloniales dejan mucho que desear. Al igual que el Tahuantinsuyu, era una amalgama de satrapías más que un estado unificado; varios grupos en el seno de la Alianza habían logrado su propia independencia, a pesar de estar rodeados por fuerzas hostiles. Y había también cajas de fotografías, viejas y recientes, de muchas y muy espléndidas obras de arte. Los primeros en padecerla, según las pocas pruebas de que disponemos, fueron los hopis, que, afectados ya por una dura sequía, sufrieron también el durísimo golpe de la viruela. Tom Dillehay. ¿Cuántas grandes obras de la pintura, la escultura, la arquitectura o la música se esfumaron o se abortaron entonces? (1990) calcularon que la población de la ciudad-estado de Mutal (Tikal) era de 425 000 habitantes. La descripción es de Ignacio Bernal, en otros tiempos director del célebre Museo Nacional de Antropología de México. Los envíos de bienes de lujo desde regiones lejanas tenían que pasar por el Usumacinta en cualquiera de los dos sentidos; la capacidad de Mutal de gravar y supervisar el comercio debía de resultar muy irritante, aunque tenía escasa trascendencia práctica. Las palomas, que anidaban en masa, eran fáciles de atrapar, como muestra la expedición de caza de los Seneca. (2004), 169-181. La frase «pueblos sin historia» se popularizó en un sentido irónico en Wolf, 1997. p. 33 «tierra yerma e improductiva»: Bancroft, 1834-1876 [vol. — (1994), «An Explanation of High Death Rates Among New World Peoples When in Contact with Old World Diseases», Perspectives in Biology and Medicine 37: 295. Wilson, E. O. Por los alrededores pululaban hombres con el cuerpo pintado y tatuado, cubierto de polvo por el fango seco que constituía el suelo de toda la ciudad. Pero a la larga, caso de haber tenido éxito, esto habría erosionado las diferencias entre las distintas culturas y habría dado lugar a una nación nueva y homogénea, a imagen y semejanza de Tahuantinsuyu. Como los montículos de los adenas eran túmulos funerarios, los investigadores conocen mejor la muerte que la vida de este pueblo. 1998, 1995; Zoppi, 2000. p. 457 desciframiento provisional: Urton, 2001; desciframiento del nombre del lugar en un quipú: Urton y Brezine, 2005. pp. Estas eran mejores que algunas otras historias. No obstante, la mayoría continúa aceptando la tesis básica de Seton: la América vista por los primeros colonos era un territorio agreste, lleno de atronadores rebaños, bosques repletos de árboles altísimos y lagos rebosantes de peces. Incluso si dejásemos margen para un viaje lento, los israelitas debieron de haber llegado en torno al 500 a. C. Cuando desembarcó Colón, pues, América llevaba habitada apenas dos mil años. The Mystery of Communities», Science 282: 1442-1445. [Historia de las naciones, trad. p. 151 «Tan pronto supieron»: Füch, 1988: 169-170. p. 152n Hipótesis de las células del factor T: Hurtado, Hurtado y Hill, 2004. p. 153 epidemia de la guerra de Independencia: entrevistas, Fenn; Fenn 2001 (comienzo de la epidemia en Boston, 46; de diez a treinta al día, 47; la víspera de la Declaración de Independencia, 53-54; «regimiento etíope», 57-61; Quebec, 62-71; Adams, 79). 2]: 189-90). Si bien es posible que el reino de Cahokia se concibiese originariamente como una organización política más idealista, pronto se transformó en una autocracia cuyo líder supremo, en una prolongación megalómana de su ego, emprendía proyectos de construcción. Más al norte se hallan los toltecas, en rápida y violenta expansión de su imperio, que ensanchan en todas direcciones a partir de una cuenca de profundidad considerable que hoy alberga la Ciudad de México. Wells, H. G (1920), The Outline of History: Being a Plain History of Life and Mankind, 2 vols., Nueva York, Macmillan. pp. (1997), «Climate Variation and the Rise and Fall of an Andean Civilization», QR 47: 235-248. La transición coincide aproximadamente con el paso de la estación seca a la estación de las lluvias (cuando la Vía Láctea rocía de agua dadora de vida a Pacha Mama, la Madre Tierra), y divide el cielo en cuatro sectores. Y estaba prácticamente sin estudiar por parte de los científicos». Cohn, V. (1972), «Missing Part of Mystery Tribe’s Calendar Is Found», Washington Post, 16 de febrero, A8. p. 112 trayectoria política y militar de Túpac Inca: Sarmiento de Gamboa, 2000: 112-119, 122-123 («adorado y alabado», 112); D’Altroy, 2002: 67-74. Los investigadores norteamericanos tendían a mofarse de la idea de que unos misteriosos no-indios hubiesen vivido quince mil años atrás en el corazón de Brasil, pero los sudamericanos, Pena entre ellos, se mostraron menos desdeñosos. El principal campo de batalla fue el ADN de las mitocondrias, ese ADN especial que Pena, el genetista brasileño, esperaba encontrar entre los botocudos. 6 («sus fechas»). Lo que un historiador ha denominado «la molesta carrera de Billington» tocó a su fin en 1630, cuando se le ahorcó por haber disparado contra alguien en una refriega. — (1966), The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, Berkeley (Cal. Fiedel, 1992: 63-84. Los británicos descubrieron que la costa era literalmente un cementerio: «En todas partes encontramos ruinas de poblados de gran tamaño, de los que no quedaba más rastro que los cimientos de las casas», se lamentó David Samwell, el cirujano del barco. Es probable que las primeras aldeas británicas en Norteamérica, a miles de kilómetros de la Cámara de los Lores, hubiera perdido en gran medida la jerarquía brutalmente graduada que caracterizaba la vida en Europa. «Son ruinas», precisó. Pero Monte Verde era arqueología. Entonces aparecieron las especies colonizadoras, como el altramuz, que prepararon el terreno para la reaparición de las hierbas. Parece en todo caso probable que no quisiera aliarse con los extranjeros sobre todo por sus armas, como habían creído éstos. p. 183 discusión en la corte de España: detallada en Pagden, 1990: cap. Discrepan a la hora de hacer hincapié en unos u otros factores sociales y en el peso que otorgan a cada una de las crónicas; pero en líneas generales la veracidad de los hechos no se discute. El río conjunto, de unos veinte metros de anchura, proporcionaba mucha más agua a la ciudad. Gore, R. (1997), «The Most Ancient Americans», National Geographic (octubre): 92-99. White, R. (1995), «Are You an Environmentalist or Do You Work for a Living?», en Cronon, ed. Ackerman, E., et al. Otros investigadores creen que esta estimación de la población es demasiado elevada. En aras de la simplicidad, supongamos que el resto de las personas que se encuentran en el ascensor inhalan las diez versiones del virus. En cambio, con este libro sí pretendo explorar lo que considero los tres ejes principales de los nuevos hallazgos: la demografía de los indios (primera parte), los orígenes de los indios (segunda parte), y la ecología de los indios (tercera parte). En verdad, es un tanto extraño estar hablando de «años antes de Cristo» en referencia a un pueblo cuya tradición cultural nada tiene que ver con el cristianismo. Crosby, A. W. (2003a), America’s Forgotten Pandemic: The Influenza of 1918, Nueva York, Cambridge University Press, 2a ed. Tres años más tarde, unos agresores desconocidos apuñalaron al hermanastro hasta matarlo en una sauna. 7. p. 45 Pruebas glaciares de tormentas de arena: Thompson, Davis y MosleyThompson, 1994. (1991), 38-42 . No menos de cuatro de los códices nos cuentan la historia de 8-Ciervo Garra de Jaguar, un astuto sacerdote-general-político que se enamoró trágicamente de la esposa de su máximo enemigo. Testigo Celeste pensó que Mutal estaba convirtiéndose en un vecino peligroso y decidió emprender acciones preventivas. Aunque hoy en día sean menos habituales, semejantes puntos de vista no han desaparecido. Las conclusiones de Ceci fueron rebatidas (Nanepashemet, 1991; Russell, 1975, 1980: 166-167; Warden, 1975), aunque buena parte de las críticas se redujo a refutar la acusación de que los indios no tenían inteligencia suficiente para usar el abono, argumento que Ceci no había esgrimido. No podía ser que los mayas hubiesen aparecido en Tres Zapotes y que después se hubiesen trasladado en masa cientos de kilómetros al este. Más al interior, se encuentran las montañas de Tuxtla, a lo largo de cuyos flancos discurren en cascada muchos ríos. (Puesto que no se han hallado esqueletos olmecas, no existe ninguna prueba directa de tales prácticas; los arqueólogos basan sus creencias sobre los retratos de nobles olmecas que aparecen en forma de estatuillas y esculturas). Cuando de hecho irrumpieron los europeos, aquellas culturas erosionadas y fragmentadas no pudieron unirse para resistir a la invasión. Primero fue Clovis, sí, pero fue el primero de tres. [Los siete mitos de la conquista española, trad. Haynes fue el primero en componer este cuadro. Las almejas y los mejillones se dispararon en número y también aumentaron de tamaño. p. 83 Slany: Cell, 1965: 615. p. 86 Epidemia: Morton, 1637: 22-24 («murieron», 23; «Gólgota», 23); Hubbard, 1848: 54-55 (la maldición del marino francés); Spiess y Spiess, 1987; Snow, 1980: 31-42; Snow y Lanphear, 1988. Los escritores de la secta de los Peregrinos dieron cuenta de manera unánime de que en las familias de los wampanoag el trato era estrecho y cariñoso (mucho más que en las familias de Inglaterra, según algunos). Dado el pantagruélico apetito de las palomas por los frutos secos y el maíz, cabría esperar que los indios también se hubiesen dedicado a cazarlas y que deseasen mantener reducido su número. El equipo de Carneiro utilizó hachas de piedra para limpiar alrededor de seis mil metros cuadrados, la típica parcela de tala y quema, en el equivalente a 153 días de ocho horas. Las descripciones de la sífilis a lo largo de la epidemia de 1494-1495, y después, así como las descripciones anteriores del síndrome de Hansen, resultan sorprendentemente similares. por Adrián Recinos, México, Fondo de Cultura Económica, 1947.] Kay, C. E. y R. T. Simmons, eds. Esta concepción se remonta al menos a Henry David Thoreau, quien dedicó buena parte de su vida a buscar «la sabiduría de los indios», una modalidad indígena del pensamiento que presumiblemente no abarcaba ninguna medida, ninguna categorización, hechos estos que consideraba perversidades que permiten al ser humano transformar la naturaleza. Aproximadamente una década más tarde —en 1463, si las crónicas españolas son correctas— el emperador envió otro ejército encabezado por su hijo y heredero oficial, Túpac Inca Yupanqui. Sin embargo, los indios mantuvieron y ampliaron los pastos por el sencillo procedimiento de pegar fuego periódica y regularmente a grandes extensiones de terreno. Winslow, E. (1963a), «A Letter Sent from New England to a Friend in These Parts, Setting Forth a Brief and True Declaration of the Worth of That Plantation; as Also Certain Useful Directions for Such as Intend a Voyage into Those Parts», en Anón., ed. Chan Chan padecía un exceso de palacios porque a los soberanos fallecidos se les consideraba figuras divinas. por Nora Muchnik, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1994.] Quizá ocurriera algo análogo —la celebración sobrecogida y asombrada de un nuevo modo de existencia— en Norte Chico. Con todo, la carretera sigue siendo tan mala que la guía Lonely Planet de National Geographic describe la Autopista Panamericana como «más un concepto que una ruta real». Prince, T. (1855), «New England Chronology», en N. Morton, New England’s Memorial, Boston, Congregational Board of Publication, 285-320. Situada a una altura de 3800 metros, fue la ciudad más elevada del mundo antiguo. No se sabe a ciencia cierta si su llegada fue fruto del azar o si Massasoit le pidió que acudiera, por el mero hecho de que había aprendido unas cuantas frases en inglés comerciando con los británicos. Me quedé de piedra. p. 131 «en las tierras ni conquistarlas»: Pizarro, 1969: 199. Entre las pruebas más solventes a favor de este último punto de vista están las casi trescientas placas de piedra tallada de Monte Albán que representan a enemigos masacrados y mutilados, los soberanos, cree Marcus, de las comunidades conquistadas por Monte Albán. Reconstrucciones de Cahokia, el mayor núcleo de población situado al norte de Río Grande, c. 1250 d. C. Antes del surgimiento de Cahokia, la población vivía de la caza del ciervo y el bisonte locales, práctica con la que peligraba la supervivencia de estas especies. Y pidió a alguien que andaba por allí que me enseñase el lugar. Por una parte, es algo que avanza sin remordimientos y sin piedad desde la cuna hasta la sepultura, un vector con final y principio fijos y con velocidad constante. Freidel, D. (1993), «Krieg-Mythos und Realitat», en Reiss-Museum der Stadt Mannheim, Die Welt der Maya, Mainz am Rhein, Verlag Phillip Von Zabern, 158-176. Satisfechos, ambos bandos se sentaron a comer en grandes cantidades, quejándose del malestar que les causaban los narragansett. Seguí a la espera de que ese libro viera la luz. A mediados de la década de 1990, Bruce y Christine Rothschild, investigadores del Centro para el Tratamiento de la Artritis en Ohio, en Youngstown, inspeccionaron 687 esqueletos antiguos de los indios, procedentes Estados Unidos y de Ecuador, en busca de algún resto de síntomas sifilíticos. De acuerdo con Krzysztof Makowski, arqueólogo de la Universidad Pontificia Católica de Perú, en Lima, la imagen es tan anómala —Creamer la encontró en unos estratos que datan de entre 900 y 1300 d. C.— que la explicación más probable es que la figura fuese tallada sobre una calabaza antigua, bien conservada por el clima tan extremadamente árido de la región. Fuera del wetu seguramente oiría el animado golpeteo de los morteros y almireces con que las mujeres trituraban el maíz seco para preparar el nokake, una especie de harina «tan dulce, apetitosa y nutritiva —escribió Gookin, el colono—, que un indio puede viajar por espacio de varios días sin llevar ningún otro alimento». Parece venir a decir que dos errores dan por resultado un acierto. p. 216 «zoológicamente empobrecido»: Wallace, 1962 (vol. El equipo de Shady descubrió diecisiete yacimientos a orillas del río, el segundo más grande de los cuales era Caral. A su juicio, Billington era un «truhán, y como tal vivirá y morirá». (1976), They Came Before Columbus: The African Presence in Ancient America, New York: Random House.
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